7/12/08

El consumismo nos consume




Después de leer un libro uno siempre aprende algo. Pero claro que cuando uno lee a Eduardo Galeano notará que su análisis es siempre revelador en todo sentido por su alto valor testimonial.
En su libro «Patas arriba. La escuela del mundo al revés» es sorprendente ver con que rigor e ironía su argumento nos sacude de impotencia al pensar cuanto de humanidad hemos perdido en medio de esta gran debacle existencial que ha originado la globalización del mercado y su capitalismo salvaje para convertirnos en cosas.
Todavía no entiendo como puede ser que tanta gente no se de cuenta a que punto de dependencia ha llegado con el materialismo. Me pregunto si en medio de tanto avance tecnológico ¿hasta que punto nuestra sensibilidad esta preparada para asumir con preocupación real las cuestiones mas trascendentales de la vida? En fin, por ahí uno se pregunta con cierto aire descontento de que nos sirve hablar de esto, si todo sigue igual o peor!
Cuando la tecnología llega a donde sea y como sea para facilitarnos otra alternativa para la comunicación, es imposible negar este beneficio, lo triste es que muchos terminan aislándose logrando establecer solamente un vínculo superfluo desde Santiago a cualquier parte del mundo.

Cuanta exactitud hay en Galeano para describir la frivolidad en la que se ha sumido esta sociedad:… “Tiempo de los envases sin contenidos y de las palabras sin sentido. La ciencia y la técnica, que han sido puestas al servicio del mercado y de la guerra nos ponen a su servicio: somos instrumentos de nuestros instrumentos”.
“En esta civilización, donde las cosas importan cada vez más y las personas cada vez menos, los fines han sido secuestrados por los medios: las cosas te compran, el automóvil te maneja, la computadora te programa y la TV te ve”.
“Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”.

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